Ingredientes:
200 grs de morillas frescas (la receta no sería la misma con este hongo secado)
200 grs de níscalos
24 hojas de lasañas frescas
4 cebollitas de verdeo
1 echalota o escalonia
1 limón
perejil abundante
1 dl. de Jerez oloroso
3.5 dl de crema de leche espesa
50 grs de parmesano rallado
mantequilla
sal y pimienta
Elaboración:
Lavar y limpiar cuidadosamente en agua corriente las morillas, que tienen la mala costumbre de esconder arenilla y tierra en sus alveolos. Cortarlas en 2 y si es necesario, secarlas.
Limpiar los níscalos y cortarlos según su tamaño.
Picar la echalota muy fina, picar el perejil.
Cortar los tallos de las cebollitas de verdeo en trozos de 1.5 cm de largo, las cebollitas en rodajitas. Glasearlas en un poco de mantequilla y
reservarlas.
Poner una buena nuez de mantequilla en la sarten y echar morillas y níscalos a buen fuego para que frian sin dorar durante 3-4 minutos revolviendo a menudo. Agregar las echalotas y dejar murmurar suavemente hasta que los jugos se hayan evaporado. Agregar entonces una cucharade de café de zumo de limón, salpimentar, mojar con el jerez oloroso y continuar la cocción a cubierto por 10 minutos.
Agregar la crema, el perejil y las cebolletas, dar un buen hervor y rectificar el sabor si necesario.
Entretanto habremos puesto a hervir agua con sal y cocinaremos en ella las lasañas al dente según el gusto de cada uno.
Para servir, sacaremos las hojas de lasaña una a una, las escurriremos y secaremos; en cada plato precalentado pondremos tres, sobre ellas 2-3
cucharadas de la sopa cremosa de hongos y cubriremos con otras tres hojas.
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