Sobre los poderes místicos de una gema tan conocida y fascinante como el diamante se han escrito ríos de tinta, asociándolo siempre a la prosperidad, a la riqueza, al amor o al status social. Estas creencias han trascendido los continentes y las culturas.
A lo largo de la historia siempre el diamante, la materia más antigua que conocemos, ha ocupado un lugar muy destacado en cuanto al mundo de los poderes y de los mitos y realidades se refiere. La primera referencia la encontramos en un antiguo manuscrito sánscrito, el Arthsastra.
Más tarde, durante el Imperio Romano se encuentran escritos que hablan de los diamantes extraidos de los aluviones de Borneo e India. Solían llevarse encima en las batallas como una forma de ser invencibles, ya que se pensaba que daban fuerza y valor. Esta idea se mantuvo en el tiempo y hasta el siglo XIV los reyes acostumbraban presentarse en el campo de batalla con pecheras adornadas con diamantes utilizadas como un poderoso talismán.
En la antigua Grecia sucedía igual. Tenemos el caso de Platón, quien pensaba que los diamantes eran como seres vivos con espíritus celestes en su interior. En general, tanto griegos como romanos consideraban al diamante como destellos de estrellas y lágrimas de los dioses. Incluso se decía que las flechas de Cupido estaban revestidas de un gran poder debido a que sus puntas terminaban en un diamante.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, los poderes atribuidos al diamante alcanzaron gran importancia como amuleto que proporcionaba poderes mágicos más que como pieza de joyería. Su uso como elemento mágico llegó ha ser aplicado para casi todo. Por ejemplo, existía la creencia de que si se tocaban todos los rincones de una casa con esta gema, ésta quedaba protegida contra las calamidades, además de contra el rayo y las tormentas. Otras de las muchas propiedades eran favorecer en los tribunales a los que la portaban, alejaban las pesadillas, los fantasmas, los malos espíritus, apaciguaba a las bestias salvajes, aumentaban las virtudes y la generosidad y daban éxito y buena suerte a quien lo poseía.
Dentro del mundo de la medicina, el diamante ha ocupado un gran papel a lo largo del tiempo. De hecho, esta gema formaba parte de los primeros medicamentos que se conocen. Sin embargo, en numerosas ocasiones con su utilidad se ha pretendido totalmente lo contrario. Por un lado se creía que si un enfermo lo calentaba con su cuerpo el alivio estaba asegurado mientras que la historia recoge numerosos envenenamientos de grandes hombres debido a la ingestión de polvo de diamante. Entre los casos más conocidos se encuentra el del papa Clemente VII quien por seguir la prescripción de sus médicos de tomar catorce cucharadas de polvo de diamante y piedras preciosas murió por envenenamiento. También se cuenta que Catalina de Medicis fue famosa en su tiempo por su maestría al utilizar polvo de diamante como veneno.
Lo que está claro es que el diamante siempre ha creado fascinación a lo largo de los siglos y en la actualidad sigue teniendo ese halo de misterio que lo coloca por encima de todas las gemas y metales preciosos.
Las piedras preciosas siempre han tenido un gran atractivo para el ser humano, desde el momento que ha pensado en sus muchas cualidades que lo preservarían de peligros y ahuyentaría las enfermedades. Es algo muy humano confiar en estos poderes, aunque los resultados tan vez fueran cuestionables.
¿Como se puede decir esto no que no se les caigan las bragas? De verguenza. Obviamente en enlace es a esta página de mierda-
http://www.oro-diamantes.net/advertencia-joyeros-estafadores-andan-sueltos/