Aunque cuestan más al principio, se ahorra dinero en el largo plazo mediante el uso de sólo un cuarto de la energía que consume una bombilla incandescente ordinaria. Esto sucede gracias a que el proceso a través del cual se produce la luz es diferente. Veamos cuál es.
En las bombillas tradicionales, el filamento de tungsteno, ese pequeño espiral de alambre que vemos suspendido en su interior, es atravesado por una corriente eléctrica que lo calienta debido a la resistencia del material a la transmisión de la corriente hasta el punto de incandescencia, en el que emite luz. Este proceso es ampliamente ineficiente debido a la cantidad de energía que se convierte no en iluminación sino en calor que se dispersa.
En el caso de las bombillas fluorescentes, la iluminación se produce gracias a un arco electrico que ocurre en el gas contenido en el bombillo. Esta descarga no genera es mucho más eficiente ya que no necesita calentar ningún filamente hasta el punto de encandesencia y un mayor porcentaje de la energía es convertido directamente en iluminación.
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