Genjitsushugisha no Oukokukaizouki vol 3 capítulo 23

Como soberano D – Castigo

Justo detrás de los nobles decapitados unas diez figuras oscuras aparecieron. Sus caras estaban envueltas en ropa oscura con un estilo parecido a los atuendos típicos de los shinobi. En sus manos sostenían espadas revestidas de sangre, obviamente siendo estos, los que se habían cobrado las vidas de los aristócratas. La súbita presencia de aquellos hombres y a su vez, su súbita violencia, entrecortó la respiración a todos.

«¿Eh? ¡Souma!»

«¡Su majestad! ¡Póngase detrás de mí!»

Liscia y Aisha trataron de cubrirme poniéndose delante de mí con las espadas desenvainadas, pero gentilmente puse mis manos en sus hombros.

«Está bien. Son subordinados míos.»

«Subordinados… ¿eh?…»

Mientras que Liscia entraba en estado de confusión uno de los hombres se acercó a donde me encontraba. A diferencia de los demás hombres, que llevaban unos sencillos ropajes shinobis, este llevaba una armadura muy impresionante. Medía cerca de dos metros y tenía un muy musculoso cuerpo que incluso podía apreciarse a través de la armadura. Del cuello hacia abajo podía decirse que era la personificación de un caballero oscuro, pero su cara se mostraba cubierta por una máscara de tigre. Máscara de Tigre se arrodilló ante mí e inclinó su cabeza.

«Misión cumplida, milord.»

Máscara de Tigre lo anunció con una voz grave como se esperaría de su apariencia.

«¿Eh? Esa voz… mmm…»

Liscia se mostró a punto de decir algo, pero apreté la mano que tenía puesta en su hombro fuertemente. Me miró y pareció darse cuenta de algo. Silenciosamente envainó su espada. Fijándome en Excel, tenía los ojos abiertos de par en par, pero estoy seguro de que sabía lo que pasaba. Cerró los ojos. Entonces le dí una palmadita en el hombro a Aisha, quien aún estaba alerta.

«Aisha, también deberías poner esa espada abajo.»

«P-pero…»

«Su nombre es Kagetora. Es el líder de la fuerza inteligencia bajo mi mando directo, los Gatos Negros.»

En cuanto dije eso, los Gatos Negros levantaron las espadas hacia delante en sincronía. Por consecuencia de haber sido engañado por el servicio de inteligencia Imperial en Van, recientemente había tenido que organizar una unidad para que se especializaran en servicios de inteligencia bajo mi control. Así, podría contrarrestarlos. Para ser más precisos, cogí los pocos operarios de inteligencia que Hakuya tenía, augmenté sus números, de estos, hice una tropa de élite, puse a Kagetora —quien ostentaba una maravillosa capacidad de liderazgo— como líder en funciones, y, los reformé para fueran una unidad bajo mi supervisión directa.

Son una unidad con muchos secretos. Nadie sabía quienes eran los integrantes y además, es un misterio cómo habían conseguido trabajar en harmonía aun teniendo en cuenta que se constituyeron como grupo el otro día. Y en particular, la identidad de Kagetora era lo más enigmático de todo esto. Al ver cómo maneja esa misteriosa unidad como si se tratase de sus manos y pies, daba la impresión de haber sido un general que había estado en servicio durante un largo tiempo, pero ¿acaso existía una persona como esa en Elfrieden? ¿Quién era? Nadie lo sabía.

«Una cosa, Souma. ¿Es Kagetora…??»

«Nadie sabe quién es en realidad. ¿Capisce

«Ah, vale…»

Liscia vigorosamente asintió con una expresión que decía «no puedo decir nada». Inmediatamente después, ordené a Kagetora y al resto de Gatos Negros: «en cuanto acabéis de limpiar este estropicio, contactad con los soldados estacionados cerca de sus residencias. Haced que entren y apoderaos de las pruebas. Suprimid cualquier resistencia.»

«A sus órdenes.»

Los Gatos Negros marcharon después de quitar de en medio los cuerpos. Kagetora fue el último de salir de la plaza después de observar fijamente a Liscia. En cuanto se despidieron, Liscia me miró con dureza demandado: «Me vas a explicar esto, ¿verdad?»

«Sí, pero… ¿Dónde debería empezar?»

«En primer lugar… Dime por qué mataste a los nobles.»

«Sí, supongo que debería empezar por aquí…»

De manera poco apresurada, expliqué el por qué de la matanza.

◇ ◇ ◇

«Acerca de por qué acabé con esas diez casas, eso se debe a que tenían conexiones también con Amidonia. Había estado investigado y confirmado por Hakuya y Georg.»

«¿Quieres decir que estaban confabulados con Amidonia?»

«No del todo. He dicho «también». Tenían conexiones con Amidonia, como también las tenían los nobles corruptos partidarios de la revolución, como la tenían también de nuestro lado.»

«¿Eh? ¿Eso qué quiere decir?»

Significa que eran personas con doble vara de medir. Según les convenía, se posicionaban en un lado u otro.»

Aquellos nobles siempre habían demostrado que intentarían pegarse al lado ganador evitando los problemas. Aunque si fueran solo eso, no los podría distinguir de aquellos nobles que se mantenían neutrales en la Batalla de los Tres Duques, pero la cosa cambiaba si además tenían conexiones con potencias extranjeras. Cuando el Reino se mostraba aletargado no tuvieron reparos en ser unos lamebotas con Amidonia —cuando los tres duques declararon la guerra— y ahora venían a mí.

«Así, una vez se hubieran garantizado seguridad, esparcirían descontento detrás de las sombras. Funcionaría de tal manera que las personas con inseguridades se convertirían en peones fáciles para ellos. Ganarían beneficios de proporcionar bienes y personas al bando rebelde, y si estos se debilitasen acabarían con ellos para ganar mérito. Si empezara a haber sospecha alguna contra ellos instigarían el malcontento a otra parte de forma que esas miradas de sospecha se volverían a otra parte… Habían hecho eso una tras otra vez durante el reino de tu padre.»

«Qué dices…»

«Y lo más peligroso de ellos es que no lo hacen directamente ellos mismos y además, actúan como si fueran servidores leales cuando estamos fuertes, lo que significa que es difícil de condenarlos. Hacen su trabajo adecuadamente cuando estamos en la cima, al fin y al cabo. Aquellos gobernantes que creen en el poder político, quienes son gentiles y confiados hacia sus subordinados, son los caen en sus artimañas pensado “estaré bien si establezco una administración estable. No hay necesidad de antagonizar tus propios aliados.”»

«Pero… acabaste con todos, ¿no?»

«Tengo serias dudas que mi reinado siempre se sea estable. De hecho, creo que algún día me encuentre en una encrucijada del destino. En esos momentos, los hipócritas como ellos van a ser muy perniciosos, te lo aseguro. Si hicieran daño a las personas que me importan, como tú, Aisha o Juna, sería demasiado tarde para decir “ojalá los hubiera matado cuando hubiera tenido la oportunidad.” Si eso pasara, probablemente enloquecería. Por lo que he decidido cortarlo todo de raíz.»

Maquiavelo decía que los asuntos del mundo están gobernados por la fortuna, ya que los hombres con su saber no pueden dirigirlos y nadie puede ayudar a que lo contrario sea. No obstante, esa fortuna es el árbitro de la mitad de nuestras acciones, dejándonos dirigir la otra mitad o quizás un poco menos. La fortuna de una persona depende de si sus acciones se ajustan a la época, pero solo se puede ver una vez se haya acabado. Sin embargo, haciendo empleo de la preparación de las cosas anteriormente, uno puede revertir la corriente en algo mucho más manejable.

Lo más importante es no ser optimista acerca de la situación y ser decisivo en poner en duda todo aquello que se puede poner en duda (en palabras de Maquiavelo, “la fortuna es como una mujer, si quieres seguir teniéndola bajo tu control es necesario pegarla y mal usarla”. Aunque una feminista explotaría de la rabia al escuchar esto). Es por eso que, aunque había vacilado, me había resuelto con acabar con los líderes de las doce casas.

En cuanto acabé de hablar, Lisica finalmente asintió.

«Entiendo tu razonamiento. Pero ¿qué harás con los lords Saracena y Javana, a quienes se les ha mandado desocupar sus sillas?»

«Sobre eso, por favor, dejadme aclararlo.»

Hakuya dio un paso hacia delante.

«Los anteriores lords de Saracena y Javana habían solido trabajar con las otras doce casas, pero con sus muertes esas relaciones se cortaron. Acerca de los dirigentes actuales, lord Piltory es un buen joven hombre quien sobresale en la pluma y espada, mientras que lord Owen es un sobrio hombre de sangre caliente. Ellos servirán a su alteza sin doble moral. Creo que podemos ver eso al observar en cómo se comportaron al haber sido forzados a abandonar la plaza.»

«Así que cuidadosamente escogéis quienes ejecutáis.»

«En efecto. Las personas ejecutadas han sido aquellas que no se encuentran sin ninguna culpa. Debería estarse irrumpiendo en sus residencias para recoger pruebas mientras estamos hablando. No es recomendable para nosotros subvertir el orden de evidencia y ejecución, espero que lo entienda.»

Habiendo dicho eso Hakuya se inclinó. Esa era probablemente la manera de ir a la par conmigo. Estaba teniendo cuidado de no dejar que mi relación con Liscia y las otras se volviera extraña al comunicar que no había ejecutado a los nobles solo por una mera suposición. Liscia pareció entenderlo bien por lo que no preguntó nada más. Hay que ver… Qué tan confiable persona y (futura) esposa.

«Lo entiendo sobre los doce, pero qué pasaría si los otros dos lords tratasen de ganarte tu favor.»

«En ese caso, trataría de provocarlos para que se enfadaran. Bueno, si hicieran eso a su majestad, no podríamos confiar en ellos después, no obstante.»

«Lo has pensado en tal profundidad, huh….»

Liscia me miró en shock. Bueno, uh, todo eso de leer los corazones de los demás pertenece al área de responsabilidad de Hakuya, sabes. No soy ese tipo de personaje malvado… quizás. Al ver que miraba hacia otro lado, Liscia dio un suspiro.

«… Por lo que qué harás con Carla y su padre?»

«Me disponía empezar esa parte ahora.»

Me paré frente al esposado Castor. Me miró directamente a la cara. No había en sus ojos ni una pizca de esa resistencia que había tenido anteriormente.

«Castor Vargas. Desde que desobedeciste el Consejo Final, de manera efectiva estás considerado como ‘traidor’.»

«… Lo entiendo.»

«¿Qué pasa? ¿No te has vuelto muy sumiso, de repente?»

«No lo suficiente después de haber presenciado ‘eso’. No te puedo llamar novato, ya.»

Después de mostrar cómo había lidiado con los doce nobles, su opinión sobre mí parecía haber cambiado a Castor, ya que inclinó su cabeza más profundamente que antes, presionando su frente contra el suelo.

«Por lo que por favor, déjame cargar con todos los crímenes. Por favor, al menos, ten misericordia de Carla.»

«Eso no decides tú.»

Le hice callar con un tono frío.

«Daré mi veredicto. Tu crimen de traición es evidente, pero como Piltory y Owen han señalado antes, tus servicios protegiendo el país deben ser reconocidos. Además, tus títulos, tierras, bienes y la casa Vargas ya se te han expropiado. En consecuencia, dejaré que conserves la vida.»

Señalé a Excel quien se encontraba silenciosamente viendo el desenlace.

«La persona de Castor será confiada a lady Excel, pero no podrá poner pie en el ducado de Vargas. Eso incluye la no posibilidad de contactar con el sucesor de la casa Vargas, Carl, y su madre Accella. Excel, esto ha pasado por lo que tu yerno ha perpetrado, véelo correctamente.»

«¡Sí! Acepto la sentencia.»

Aunque los ojos se le llenaron de lágrimas, Excel dio una sólida respuesta. Vi sus labios decir “muchísimas gracias”. No le di importancia y entonces me paré ante Carla, quien me dio una débil mirada.

«Carla, eres culpable del mismo crimen. No obstante, no tienes ese “más de cien años de servicio” a tu favor. No hay nada con lo que reducir la pena.»

«…»

«P-por favor, ¡espere! En tal caso, por favor, ¡máteme! Fui yo quien ordenó que a las Fuerzas Aéreas que apuntaran sus espadas al rey. Por lo que déjeme en vez de Carla…»

«¡Silencio!»

Di un bramido a Castor, quien otra vez se encontraba presionando la cabeza en el suelo, y ordené a los guardias que se lo llevaran. Gritó “¡tenme en vez de a ella!” todo el rato, pero no tuve obligación alguna a oírlo. Una vez las cosas se calmaron, continué.

«El crimen de traición es evidente, pero no sería correcto dejar al perpetrador principal vivir mientras matas a su hija. Por esa razón, tu vida se te será perdonada, pero de ahora en adelante vivirás como esclava. El propietario será… mi persona.»

«Sí…»

Carla débilmente asintió al ser ordenada ser mi esclava. Pareció que Excel quiso decir alguna cosa, pero se lo aguantó. Hakuy cerró los ojos, Aisha nerviosamente observó el aire que se respiraba en el lugar, y finalmente, Liscia, no hizo movimiento alguno, mirando mis actos en silencio.

«Te daré tus instrucciones a su debido tiempo, pero hay una orden que me gustaría darte.»

«… Como desee.»

Me aproximé a Carla, quien tenía la cabeza mirando hacia abajo, y le susurré a su oreja una “cierta orden” que solo ella podía oír.

Y en cuanto lo hice sus ojos se abrieron de par en par.

◇ ◇ ◇

No podía creer mis oídos. El rey Souma me susurró la orden a mi oreja.

(Mátame)

Me sorprendí. Miré con ojos desorbitados al rey Souma, quien asintió.

(No ahora, claro. Pero si alguna vez me convirtiera en un tirano, será tu trabajo el poner mi vida un fin. Con tu valentía, debería ser una tarea fácil matarme, ¿no?)

Mátame si alguna vez me vuelvo un tirano… ¿¡qué dice, tan de repente!?

(¿Por qué me dices esto…?)

(Porque Liscia y los demás nunca podrían hacerlo)

De manera incómoda, Souma sonrió mientras lo decía.

(Sucede que ha aparecido mucha gente que me importa antes de que lo supiera. Mira el otro día, conseguí otras prometidas aparte de Liscia. Incluyendo a la Aisha que hay allí.)

(Bueno… ¿felicidades?)

(Gracias. Eso en sí mismo no es un problema pero… Temo que algún día abusara de mi poder y acabara siendo un tirano. Me preocupa si Liscia y los otros podrían ser capaces de pararme los pies.)

(Liscia podría, creo. Es una persona muy seria.)

(¿Quién sabe? Ella me reprendería por el libertinaje o la masacre de civiles plebeyos, pero ¿qué pasa cuando tuviera justificación, como ahora? No creo que el hecho en sí de ejecutar sea un problema si se hace de vez en cuando, pero cuanto más lo haces más se convierte todo en una situación irreversible. Si eso pasara ¿sería Liscia capaz de echarme?)

… Eso … Sería probablemente imposible.

(No soy la más indicada para decirlo, pero… Liscia está enamorada locamente de ti. Creo que está dispuesta a seguirte aun si caes abajo al infierno.)

Es una seria mujer, que cuando se propone algo, da hasta la última gota de su corazón. Probablemente se sacrificaría por Soma hasta el final. Souma asintió.

(¿A que sí? Aisha es probable que se comporte de la misma forma… y no estoy muy seguro de Juna. De todos modos, hay mucha gente a mi alrededor que lo pasaría muy mal por mi causa. Por lo que tú, Carla, antes de que las personas que me importan cayeran en tristeza por mi culpa, tendrás como obligación detenerme.)

(…Pero soy una esclava. Si matara a mi amo, el collar me mataría.)

(Sí. Por lo que, debes estar decidido a morir conmigo cuando lo hagas.)

Con qué facilidad decía esas cosas tan ultrajantes. Me estaba diciendo que me convirtiera en la espada asesina si se volvía en un tirano que debiera ser parado a todo coste, y no solo tenía que matarlo, sino además, me había obligado a mí que muriera. Esa era la razón por la que me ha dejado estar a su lado como esclava, para que fuera un elemento disuasorio que le impidiera volverse un tirano.

(De verdad… nunca va fácil, ¿no?)

(Solo voy fácil con las personas que me importan.)

(Es su propia persona, sabe. Aun así, entiendo lo que quiere decir.)

Justo antes de la batalla de Amidonia, pensaba que se tenía demasiado poco respeto. Tenía que tratarse mejor… Así la gente no tendría que preocuparse tanto por él. Liscia, te has enamorado de una persona difícil. …Supongo que debería ser yo quien proteja el amor de mi querida amiga lejos de un triste futuro. Me incorporé e hice una profunda reverencia.

«Entiendo y acepto sus órdenes. Hasta ese día, y deseo que nunca venga, me dedicaré a servile.»

Soma asintió con satisfacción por mi respuesta.

«En estos momentos, todavía no tengo un trabajo en específico que se adecue al rol tuyo de esclavo, así que de momento… ve y escucha bien a la chambelán ‘senpai’ de allí.»

Mientras decía eso, desvió la mirada de una manera obvia. Liscia parecía horrorizada desde lo más profundo de su corazón… ¿eh?

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