Como soberano AB – Detrás de las escenas
El día en que el rey (temporal) del Reino de Elfrieden, Souma, aceptó su segunda y tercera prometida, una discusión se disputaba a través del Orbe de Transmisión Real en un lugar diferente. El primer ministro del Reino de Elfrieden, Hakuya Kwonmin, se dirigió a Jeanne Euforia, la hermana y princesa de María —la emperatriz del Gran Imperio del Caos—, cuyo rostro se veía reflejado en el sencillo receptor colocado encima de la mesa.
«La transmisión es buena. Parece que no hay problema al conectar dos receptores simples. Y muchas gracias, Jeanne-dono, por además enviarnos una Caballería Griffon.»
«Mi hermana [1] también es consciente de la importancia de a lo que el rey Souma se refiere como “línea directa”. Si estableciéramos eso habría siempre la posibilidad de comunicación entre el Imperio y el Reino. Por lo que ¿acaso no debería ser algo natural el hacerlo a toda prisa?»
Jeanne hizo una dulce sonrisa en la pantalla.
Después de la Conferencia Amidoniana, Jeanne había regresado a su país para informar a la emperatriz María sobre las propuestas de Souma: «alianza secreta con el Reino de Elfrieden», «establecimiento de una Línea Directa Bilateral» y «Disposición de un Embajador Extraordinario y Plenipotenciario residente en cada país [2] además de la constitución de una embajada», que sería el lugar donde los embajadores residirían. Jeanne había pensado que María no rechazaría estas propuestas y, por descontado, María consintió a todo. Tal vez podría decirse mejor: se había reído ante aquella proposición.
«Fue la primera vez que había visto a hermana reírse así. Parecía estar muy feliz.»
«Feliz… ¿en serio?»
«El tener a alguien que comparte el mismo sistema de valores, en otras palabras, alguien que tiene la misma forma de pensar… No hay muchas personas que lo hagan en el Imperio. Alguien que pueda verse cara a cara con la Santa Doncella.»
«Ya veo.»
Ese que persiguía un ideal y el otro que se fijaba en la realidad; no solo estaban separados geográficamente en los lados este y oeste del continente, sino que además estaban diferenciados por la ideología que profesaban. No obstante, por alguna razón, ambos eran capaces de entenderse el uno al otro. Ciertamente, podría ser esta una interesante situación, pensó Hakuya.
«En cuanto sea posible, me gustaría inmediatamente poder realizar una conversación entre hermana y el rey Souma.»
«Dado que ambos están realmente ocupados, probablemente no tengan tiempo para hacerlo. Pero cuando la situación se haya calmado, decidamos el momento de la plática de antemano.»
«Sí. Por supuesto.»
Más tarde, después de haber intercambiado algunos chismes (expresando quejas sobre sus respectivos Señores), Jeanne le preguntó a Hakuya.
«Hay algo que me lleva molestando desde hace un tiempo. Y es que veo muchos libros detrás de Hakuya-dono y tengo la sensación de haberlos visto antes en algún lado.»
«……Ah, estos libros se han prestado como garantía para el pago de las indemnizaciones de Van. Y como hay muchos libros que me gustaría copiar antes de devolverlos, los he clasificado aquí por el momento.»
«¿El propio Primer Ministro personalmente ha clasificado los libros?»
«Por supuesto, ya que carecemos de mano de obra. Aunque en parte es porque es mi pasatiempo. Tengo una afición en ordenar libros. Dividirlos según la categoría, alinearlos de manera uniforme, a veces pasar las páginas de un libro que me llamara la atención, y finalmente disfrutar de cómo han quedado ordenados dichos libros en los estantes… Los libros son sabiduría de la humanidad. El progreso del país en sí. En cuanto pensé que podía tener la oportunidad de ser capaz de leer los manantiales de sabiduría que se encontraban alineados enfrente de mí….»
«……»
Jeanne empezó a abrir mucho los ojos, sorprendida, al ver la locuacidad de Hakuya. Si tuvieras que hablar del «Primer Ministro Vestido de Negro» [3] , sería alguien famoso considerado como genio que Souma había descubierto. Una persona que había hecho lo que había querido con Gaius VIII y Julio con su maquiavelismo [4] . Cuando lo conoció personalmente, Jeanne también había tenido la impresión de que era una persona realmente inteligente. Sin embargo, cuando Hakuya estaba hablando de libros, se le ponían los ojos de un niño. Aquella diferencia (entre la actitud de Hakuya con su comportamiento habitual) había dejado a Jeanne un poco conmocionada.
«¿……Realmente te gustan tanto los libros?»
Cuando escuchó a Jeanne preguntar esto, el ego de Hakuya regresó. Su expresión se recuperó nuevamente a su habitual rostro, frío y compuesto, aunque las puntas de sus orejas se mostraban un poco rojas.
«*cof*…… Perdón por mi conducta. Tengo una ligera debilidad por los libros…..»
«Fufu, creo que he visto un lado inesperado de ti.»
«¿Inesperado? Creo que estoy más preparado para el trabajo de bibliotecario que el de primer ministro.»
En primer lugar, la audiencia que Hakuya tuvo con Souma había sido solo posible porque padre le había dicho: «¡No te pases los años solo leyendo libros! ¡Sal fuera y ayuda a la sociedad!» Y porque involuntariamente lo había inscrito en concurso de talentos en la categoría de «talento de sabiduría». Más tarde, él, el ganador del concurso, obtuvo la oportunidad de tener una audiencia con el rey, y dicho rey, le fascinó. Hakuya pensó que si se trataba de Souma, este podría hacer que ese Elfrieden casi moribundo volviera a consolidarse. Así que dejó de ser un ratón de biblioteca solitario para convertirse en un funcionario del gobierno, y antes de darse cuenta, se había convertido en el primer ministro.
En realidad en ese momento Hakuya pensó que estaría bastante bien si se convertía en el asesor de en aquel entonces, el primer ministro Marcus. Sin embargo Marcus vio que Hakuya tenía mejor madera que él para ser ministro, por lo que recomendó a Hakuya para ocupar su lugar. Por culpa de eso, recientemente Hakuya no había tenido tiempo de leer aquellos libros que le gustaban y sus días de presión por el trabajo, continuaron.
«Fumu….. Entonces, si te nombrara el Bibliotecario Jefe de la Biblioteca Imperial, ¿vendrías a nuestro país? Creo que el catálogo de libros que ofrece nuestra biblioteca es superior a la del Reino.»
«Ah. Esa es una oferta bastante fascinante.»
«¿No sirve?»
«Si me lo hubieras dicho antes de entrar a trabajar para el gobierno, podría haber aceptado sin vacilar ante esa propuesta.»
Pero, sabes… Estos días de trabajo tan tensos tampoco son malos, pensó Hakuya. El antiguo Hakuya hubiera apostado en que la historia era solo algo que existía dentro de los libros. Sin embargo, en aquellos momentos sentía que él mismo estaba haciendo historia. Al servir bajo Souma, quien lideraría una nueva era en el país, el mismo Hakuya podría convertirse en un personaje de la historia. Y cuando pensaba en eso, no sonaba tan mal.
«En los momentos presentes me gustaría poder estar junto a su majestad Souma cuando lidere la nueva era. Así pues, en algún momento en el futuro, cuando la próxima generación haya crecido, me retiraré y escribiré sobre esta era.»
«Una jubilación cómoda, ¿no…..? Actualmente, puede que no haya otro estilo de vida que sea más cómodo que este.»
Lo que Jeanne había dicho podía ser cierto. En esta era era difícil tener una jubilación cómoda. Entre las amenazas del Ejército del Señor Demonio del norte, que se iban acercando gradualmente, y la Alianza, cuyos países miembros tenían su propia agenda, la situación se había tornado plenamente hostil. Por lo que Hakuya debía resolver aquellas situaciones por completo en aras de su cómodo retiro. Sin embargo, el hecho de que esto fuera posible era algo que se encontraba más allá de su conocimiento.
«Bueno, pues nada. Espero con ansias nuestra próxima reunión, Hakuya-dono.»
«Sí. Reencontrémonos de nuevo, Jeanne-dono.»
Jeanne cortó la comunicación.
«Fuu……» Hakuya dejó escapar un suspiro y se levantó. Extendió sus manos hacia los libros amidonianos apilados. Aquellos valiosos libros, que habían sido descuidados por Amidonia, habían sido dañados hasta tal punto que necesitan reparación. Si algún casual Hakuya no los pusiera bajo su «tutela», los libros desaparecerían de la faz del mundo. Santo cielo… Exasperado, Hakuya tomó un libro, y luego…
«Primer ministro-sama.»
En la esquina de la habitación, se encontraba un hombre arrodillado vestido con un atuendo negro. Su rostro estaba cubierto por un velo de tela negra. Era como si estuviera derretido en la inmensidad oscura de la habitación, ya que la luz se atenuaba detrás de sus puertas cerradas. Hakuya le hizo una pregunta a ese hombre.
«¿Cómo ha ido?»
«Bien. Sin embargo……»
Cuando el hombre dudó en responder, Hakuya frunció el ceño.
«¿Ha pasado algo?»
«Bueno…… Siento que de alguna manera, hemos progresado demasiado fácilmente. Es como si estuviéramos operando bajo los planes de otra persona…»
«Ya veo…..»
Hakuya despidió al hombre y pasó las páginas del libro con la mano. ¿Por qué había tomado custodia de los libros de la Biblioteca de Amidonia como garantía de las indemnizaciones? Porque Hakuya estaba esperando algo. Y eso era ver si había la posibilidad de que la colección de aquellos libros que habían sido descuidados contuvieran información sobre el registro familiar o jurisprudencia legal de Amidonia. Como a la Biblioteca de la Capital por lo general se le proporcionaban copias de este tipo de libros, si pudiera obtener aquellas informaciones de los libros, sería como si hubiera agarrado el corazón del país. Como la realeza de Amidonia era de espíritu muy bélico, había esperado que no reconocieran la importancia que en realidad tenía. Sin embargo, contrariamente a sus expectativas, entre los libros confiscados, solo había aparecido una copia con información de ese tipo.
Esa copia era lo que Hakuya sostenía en este momento, un libro sobre la actual genealogía de la familia real. Pasó las páginas y en cuanto llegó a la última página, un papel doblado interpuesto apareció. Hakuya desplegó ese papel para encontrarse con una imagen de un pequeño animal con pelo negro alrededor de los ojos y las orejas redondas, tirando de un párpado con una mano mientras sacaba la lengua.
Al ver esta imagen, Hakuya parpadeó con sorpresa, y mientras, se rió. «kukuku».
«Ya veo. Como había pensado, parece que en Amidonia no falta una ‘persona’»
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[1] Aquí Jeanne se refiere a su hermana usando una palabra muy formal, pequeño matiz intraducible debido a la falta de sinónimos de la palabra «hermana» en español. Se refiere a ella como “aneue” (姉上) (para saciar la curiosidad de los que sepan un pelín de japonés XD).
[2] Antes de la era del transporte internacional rápido, dicho de otro modo: comunicación esencialmente instantánea (como el telégrafo a mediados del siglo XIX y luego la radio), los jefes de misión diplomáticos tenían plenos poderes (plenipotenciarios) para representar a su gobierno en las negociaciones con su nación anfitriona. Convencionalmente, cualquier representación o acuerdo alcanzada con un plenipotenciario sería reconocido y cumplido por su gobierno.
[3] “Black Clothed Prime Minister” en inglés. Sé que suena bastante mal Primer Ministro Vestido de Negro, pero no se me ocurren otras traducciones. Sentíos libres de hacer propuestas en los comentarios. 🙂
[4] El empleo de la astucia y la duplicidad en el arte de gobernar o en la conducta general.
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