La frecuencia de los tratamientos varía de unas personas a otras, aunque se puede calcular una duración media de entre cuatro y seis meses. Al cabo de este tiempo, debe colocarse de nuevo para mantener los músculos relajados. Cuantas más veces sea inyectado, menos arrugas se formarán, aunque hay que tener en cuenta que el tejido muscular se va atrofiando y cada vez se necesitará menor cantidad.
Los efectos de el botox se hacen palpables al cabo de una semana de su aplicación. El area tratada comenzará a sentirse flexible y mejorará la apariencia notablemente.
Se debe tener muy en cuenta antes de someternos a un tratamiento de botox que, aunque sea simple, es necesario cerciorarse de que nos ponemos en manos de un profesional cualificado, como pueden ser: cirujanos plásticos, neurólogos, dermatólogos y oftalmólogos, o cualquier otro profesional de la medicina, pues ellos tienen un conocimiento preciso de la anatomía humana, así como del manejo de las dosis y los instrumentos.
El botox se presenta en ampollas de 100 unidades que se distribuyen para el tratamiento de dos personas, pues un paciente necesita de 25 a 50 unidades. Hay que utilizarlo antes de cuatro horas de haber sido abierto, ya que de lo contrario puede perder su efectividad.
Los tratamientos de botox son cortos y casi no duelen ni necesitan convalecencia. Normalmente, el tratamiento es de un solo pinchazo, según la zona a tratar. El especialista, antes de inyectar el botox, utiliza hielo en el area a tratar, que hace que el músculo se duerma.
Tras la intervención, el area tratada se siente un poco dolorida y a veces presenta moretones. Pero este efecto desaparece después de dos o tres días.
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