Monção y Melgaço: vinos que dejan huella

Monção y Melgaço: vinos que dejan huella

Dentro de la histórica región de Vinhos Verdes, demarcada en 1908, la subregión de Monção y Melgaço asume características diferenciadoras. En este territorio, situado en el extremo norte de Portugal, nacen algunos de los mejores vinos blancos nacionales, vinos que impresionan los sentidos por su calidad, personalidad y capacidad de evolucionar noblemente en botella durante muchos años. La comarca de Vinhos Verdes ocupa buena parte del noroeste del país, siendo atravesada por varios valles que contribuyen a definir las distintas tonalidades de este territorio dedicado a la elaboración de vinos de calidad. En el punto más al norte, el valle del río Miño marca el lugar donde comienza Portugal, en geografía e historia. Y allí, en Monção y Melgaço, la geografía y la historia se revelan a nuestros ojos, en cada curva del camino, en cada ventana de piedra de granito, en cada vid. Monção y Melgaço son dos ciudades fronterizas, fundadas hace más de 700 años. Durante muchos siglos, fueron la primera línea de defensa del espacio portugués, estatus que aún hoy dan fe de sus murallas y castillos. El vino ha formado parte del día a día de los habitantes del valle desde mucho antes de la fundación de la nacionalidad. Pero en el siglo XV, ya era mucho más que un simple producto agrícola: el famoso “vino Monção” era muy buscado por los ingleses que se dirigían a la costa portuguesa, donde lo cambiaban por bacalao…

El territorio: un anfiteatro verde

La tradición de la vid y el vino en Monção y Melgaço tiene, por tanto, raíces profundas. Hay buenas razones para que sea tierra de vinos y, para entenderlas, basta con subir al mirador de Castro Nossa Senhora da Graça, donde el territorio, o al menos una buena parte de él, se revela allí ante nuestros ojos. Frente al valle del Miño, admiramos las laderas que descienden suavemente hacia el río. Frente a nosotros, una hoja de enredaderas, a diferentes altitudes. El suelo, hecho de piedra granítica, roto por milenios de erosión, cambia de color, mostrando las diferentes texturas. Y a nuestro alrededor, la majestuosa presencia de las montañas. El territorio de Monção y Melgaço es como un anfiteatro verde, frente al río Miño y cerrado en un círculo de imponentes colinas que lo protegen de los fuertes vientos del Océano Atlántico, originando inviernos fríos y lluviosos y veranos calurosos y secos. Una auténtica cúpula natural que ofrecía a esta subregión las condiciones perfectas para la elaboración de excelentes vinos. Allí crecen diferentes variedades de uva, con énfasis en la variedad de uva Alvarinho, originaria del valle del río Miño y presente en prácticamente todos los vinos blancos de Monção y Melgaço, contribuyendo decisivamente a su identidad. Aunque en mucha menor medida, otras variedades blancas, como Trajadura y Loureiro, y pinturas, como Borraçal, Vinhão o Alvarelhão, afirman su presencia.

Personas que le dan un toque especial a nuestro vino

Una región vinícola no está formada solo por colinas y valles, suelos y climas, viñedos y uvas. En la génesis de un vino hay, sobre todo, personas. Personas que a lo largo de los siglos han contribuido a moldear el perfil del territorio, transmitiendo a sus generaciones, su historia, su cultura y sus conocimientos. En Monção y Melgaço, hay más de dos mil viticultores que tratan 1700 hectáreas de viñedo durante todo un año, siguiendo la floración, el nacimiento y crecimiento de los racimos, controlando y evitando enfermedades y plagas, ofreciendo todos los cuidados a las cepas hasta la vendimia, el momento tan esperado en el que la uva se convierte en vino. Muchos de estos agricultores también son enólogos que dan lugar a más de 250 referencias de vinos con la certificación Vinho Verde Monção y Melgaço.  Al conocimiento empírico heredado de los antepasados, hoy se suma el conocimiento científico. La gran mayoría de productores de Monção y Melgaço son miembros de una nueva generación, con formación específica en viticultura y enología. En viñedo y bodega aplican prácticas y conceptos que combinan tradición y modernidad. Conocedores, dinámicos, creativos, atentos a la sostenibilidad medioambiental y la biodiversidad, crean vinos sublimes, que dejan una fuerte impresión en los amantes del vino.

Vinos únicos

Los vinos más ambiciosos casi siempre se elaboran exclusivamente con Alvarinho. También aquí los perfiles son muy diversos: vinos más exuberantes, con aromas y sabores que recuerdan a frutas tropicales; vinos más contenidos, centrados en cítricos de naranja y mandarina; vinos en los que la fermentación en barricas de madera ha construido un cuerpo completo, con una textura cremosa y un sabor intenso. Sin olvidar los espumosos, afrutados y finos, que ganan cada vez más adeptos. Con sus variaciones individuales, los blancos de Monção y Melgaço tienen, sin embargo, importantes denominadores comunes: son intensos, elegantes, expresivos; tienen una fuerte identidad, revelando el territorio donde nacieron; son longevos, crecen en botella con nobleza y adquieren complejidad y refinamiento con el tiempo sólo al alcance de los grandes vinos. Y también son gastronómicos, es decir, son vinos para la mesa.

Es en la mesa donde se revela lo mejor

Es en la mesa donde los vinos Monção y Melgaço revelan lo mejor que tienen para ofrecer. Profundamente versátiles, son adecuados para una amplia variedad de momentos, platos, delicias. En primer lugar, la rica cocina del Alto Minho, con tintos reservados para los platos con los sabores más fuertes, como la famosa lamprea, cabidela, sarrabulho o rojões. Los blancos, por otro lado, son más versátiles. Los vinos espumosos son la elección adecuada para ostras, percebes, pescado ahumado (salmón, pez espada), conservas. Los vinos de Alvarinho y Trajadura, o Alvarinho y Loureiro, son la mejor compañía para marisco cocido o magro (besugo, besugo, lubina, lenguado …) a la plancha o con delicadas salsas. Los blancos elaborados con Alvarinho, con su intensidad, equilibrio y expresión frutal, son aptos para platos más elaborados o más intensos: arroces de marisco, pescado al horno (pargo, corvina, mero, mero) o carnes magras a la plancha (codorniz, pollo). A Monção e Melgaço Alvarinho fermentado en barrica, untuoso, seco y de acidez firme, tiene el cielo como límite. Pero aún así, destacan el bacalao (en todas sus variantes), los pescados grasos, la pasta, la ternera a la plancha y, armonía suprema, el queso de oveja y el jamón ibérico. Independientemente del plato o del momento, Monção e Melgaço es toda una experiencia de aromas y sabores, hecha de vinos inolvidables, vinos que dejan huella.

 

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