La Alhambra. Historia

La Alhambra, es denominada así por sus muros de color rojizo («qa’lat al-Hamra’», Castillo Rojo) y está situada en lo alto de la colina de al-Sabika, en la margen izquierda del río Darro, en el lado este de la ciudad, frente a los barrios del Albaicín y de la Alcazaba.
Su posición estratégica, desde la que puede dominarse toda la ciudad y la vega granadina, hace pensar que existían construcciones anteriores a la llegada de los musulmanes. Su conjunto, completamente amurallado, posee una forma irregular. Limita al norte por el valle del Darro, al sur por el de la al-Sabika, y al este por la Cuesta del Rey Chico, que la separan a su vez del Albaicín y del Generalife, situado en el cerro del Sol.
Se tiene constancia por primera vez de ella en el siglo IX, cuando en 889 Sawwar ben Hamdun tuvo que refugiarse en la Alcazaba y repararla debido a las luchas civiles que azotaban por entonces al Califato cordobés, al que pertenecía Granada. Ya posteriormente, este recinto comenzó a ensancharse y a poblarse, aunque sin llegar a lo que sería más adelante, ya que los primeros monarcas ziríes fijaron su residencia en lo que posteriormente sería el Albaicín.
A pesar de la incorporación del castillo de la Alhambra al recinto amurallado de la ciudad en el siglo XI, lo que la convirtió en una fortaleza militar desde la que se dominaba toda la ciudad, fue la llegada del primer monarca nazarí en el siglo XIII, Mohamed ben Al-Hamar (Mohamed I, 1238-1273) que es quien fija la residencia real en La Alhambra. Este hecho marcó el punto de partida de su época de mayor esplendor.
Primero se reforzó la parte antigua de la Alcazaba, y se construyó la Torre de la Vela y del Homenaje. También se subío agua del río Darro, se edificaron almacenes, depósitos y comenzó la construcción del palacio y del recinto amurallado, que continuaron más adelante Mohamed II (1273-1302) y Mohamed III (1302-1309), al que también se le atribuyen un baño público y la Mezquita sobre la que se construyó la actual iglesia de Santa María.
A Yúsuf I (1333-1353) y Mohamed V (1353-1391) les debemos la inmensa mayoría de las construcciones de la Alhambra que han llegado hasta nuestros días. Desde la reforma de la Alcazaba y los palacios, pasando por la ampliación del recinto amurallado, la Puerta de la Justicia, la ampliación y decoración de las torres, la construcción de los Baños y el Cuarto de Comares, la Sala de la Barca, hasta el Patio de los Leones y sus dependencias anexas. De los reyes nazaríes posteriores no se ha conservado casi nada.
De la época de los Reyes Católicos hasta nuestros días se puede destacar la demolición de parte del conjunto arquitectónico por parte de Carlos V para construir el palacio que lleva su nombre, la construcción de las habitaciones del emperador y el Peinador de la Reina y el tremendo abandono de la conservación de la Alhambra a partir del siglo XVIII. Durante la dominación francesa fue volada parte de la fortaleza y hasta el siglo XIX no comenzó su reparación, restauración y conservación que se mantiene hasta la actualidad.

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